Bienvenido octubre, por decir algo, contigo acaban los atardeceres en la playa, los baños en la piscina, las mejillas coloradas por algunos rayos de sol de más, las siestas en la proa de algun barco con el sonido de las olas de fondo, los besos debajo del agua, las fiestas hasta las tantas, me has robado ese verano que ha ocupado decenas de borradores, y he llegado a la conclusión de que por mucho que lo intente no encontraré las palabras adecuadas para describir lo que para mí acaba con octubre, con la verdadera rutina, porque todos sabemos que septiembre no deja de ser un calentamiento para ese frío que vamos a tener que soportar. Aun que yo soy de las que piensan que el invierno está hecho para ¿dar abrazos?¿para amarse?¿para que nos presten la chaqueta cuando tenemos frío? No sé, pero la pena es que he pasado por inviernos menos fríos que algunos corazones, y ya sabes que con cada invierno vuelves tú, para convertir mi rutina en algo especial, cuando en realidad lo especial ya es rutina, y es que yo con cada grado de menos te necesito más, por eso me refugio entre bufandas y abrazos, para entrar en calor, para no entrar en tu juego de nuevo.
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